martes, 11 de noviembre de 2008

Obama y el riesgo de la exageración

POR JUAN CARLOS LYNCH (H)

Con el abrumador triunfo de Obama, comenzaron a proliferar los análisis que hablan del final de una era en los Estados Unidos. La nota firmada por David Brooks, que el diario La Nación publica en su edición de hoy y que se titula justamente “Ante el fin de una era”, está en línea con esta tendencia reciente.

En su nota, Brooks hace referencia al “fin de una era económica, el fin de una era política y el fin del predominio de una generación”.

Creo que el entusiasmo que Barak Obama despertó entre los norteamericanos, hartos ya de George W. Bush, no debe magnificarse al punto tal de convertirlo en una suerte de nuevo comienzo en la historia de ese país.

¿Representa Obama el fin de una era económica?. A priori no sabemos si la política económica que impulsará como nuevo Presidente representará un cambio sustancial respecto de lo que se viene haciendo. Estamos suponiendo que si, pero aún en ese caso no sabemos la relevancia que tendría ese supuesto cambio.

Lo que no parece correcto es hablar de un “era económica” para referirse a los dos periodos presidenciales de Ronald Reagan, al mandato de George H. Bush, a los dos períodos de Bill Clinton y a los dos períodos que ahora están llegando a su fin de George W. Bush.

Reagan tomó las riendas de un país deprimido y desmotivado por efecto de la gestión de Jimmy Carter e impulsó la llamada “suply-side economy”, que entre otras cosas y siguiendo los lineamientos del economista Arthur Laffer, se apoyó fuertemente en una reducción de impuestos para promover el consumo y, a partir de allí, la reactivación.

George H. Bush, padre del actual Presidente, hizo lo contrario, incluso incumpliendo sus promesas electorales (recordemos el tristemente célebre “read my lips, no more taxes!”). Su gestión en el campo económico distó mucho de alcanzar los logros de su predecesor y terminó perdiendo su reelección frente al demócrata Bill Clinton que, en plena campaña electoral en 1992, lo humilló frente a las cámaras de TV con el también célebre “It’s the economy stupid!”.

La economía de Clinton tuvo, pese a su currículum demócrata, un fuerte sello republicano. Paradójicamente fue este presidente demócrata quien, como había hecho Reagan 10 años antes, logró que los norteamericanos recuperaran el sentido del humor producto de casi 8 años de prosperidad.

Y la etapa final de esta supuesta “era” que termina, ya bajo los dictados de George W. Bush, se caracterizó por una paulatina degradación de la economía norteamericana, en donde el crack financiero de hace apenas semanas es sólo uno de los emergentes. Quizás George W. haya sido más ortodoxo que su padre George H. en lo que a economía se refiere, pero claramente ambos fueron presidentes que no lograron entender la relevancia de los asuntos económicos en el humor de la gente.

¿Cuál es entonces el común denominador de estos 7 períodos presidenciales que permitirían hablar de una era?. En mi opinión no existe.
Tampoco ello ocurre en materia política. Reagan fue en este campo un cruzado del pensamiento conservador a nivel interno y un enemigo acérrimo del comunismo soviético en el ámbito externo. Clinton posiblemente haya sido el presidente más moderado y con la agenda más balanceada entre la política doméstica y la política exterior entre los que hoy se busca asociar. Los dos Bush, por su parte, se perdieron en grandes proyectos bélicos nunca bien terminados, sin prestar gran atención a los temas domésticos.

¿Se puede, finalmente, hablar del fin del predominio de una generación?. Difícilmente. Reagan provenía de la vieja derecha conservadora y fue la persona que asumió la presidencia con mayor edad en la historia de los Estados Unidos: 70 años cumplidos. George H. Bush, quien representaba al ala más progresista de los republicanos, fue Vicepresidente a lo 57 años y Presidente a los 64. Su hijo George W. no llegaba a los 55 años cuando asumió como el 42º Presidente de los Estados Unidos. Y Bill Clinton, el demócrata del grupo al que se busca agrupar en una “era” que se termina, promediaba los 45 años cuando derrotó a Bush padre, que buscaba su reelección. La misma edad que tendrá Barak Obama cuando asuma el cargo en enero próximo…

Obama representa claramente un cambio. Es el primer Presidente de color de los Estados Unidos. Representa claramente una esperanza de tiempos mejores frente a la abrumadora ineficacia que transmite el actual gobierno.

Sin embargo, las expectativas puestas en este hombre que será por cuatro años la persona más poderosa de la tierra, no deben llevarnos ni a definiciones grandilocuentes como es “El fin de una era”, ni a dejar de estar atentos, muy atentos, a sus definiciones concretas sobre lo que piensa hacer con el cargo que ganó en buena ley.

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